*Es necesario diferenciar la violencia de género y distinguir entre homicidio y feminicidio; éste se comete por cuestiones de género
Nadia Alvarado
Acapulco, Gro.
23 de junio de 2016
En días pasados se llevó a cabo en Acapulco el Foro de Análisis de la Alerta de Género en Guerrero, el cual congregó a integrantes de organizaciones sociales estatales y nacionales, así como de la sociedad civil.
Tuvo como finalidad responder en colectivo a las preguntas: ¿qué es la alerta de género? ¿para qué sirve? ¿quiénes participan? ¿qué resultados se esperan?
Se trata, dijeron allí, “de reconocer que hay muchos costos sociales de la violencia. No queremos que la violencia hacia las mujeres se convierta en un modelo de solución de conflictos y que se reproduzca en las nuevas generaciones”.
Argumentaron que los efectos de la violencia van mucho más allá de lo que podemos ver: “El costo de las violencias hacia las mujeres no es sólo psicológico, ni social, la violencia tiene costos para las economías, ...un día de trabajo de cada 5 perdidos por las mujeres por motivos de salud, es el resultado de la violencia... sobre todo tenemos que hablar de esa violencia cotidiana. El nivel de la violencia social es un factor clave en la capacidad de cada país para lograr el desarrollo humano económico sostenible; a menos que el círculo de la violencia se rompa, el desarrollo humano sostenible estará directa y negativamente afectado, porque los gastos son mayores en función de las oportunidades de desarrollo que quedan truncadas”.
Recordaron que en el estado de Guerrero hay un marco legal que permite activar esta alerta: “La ley número 553, de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, plantea la alerta de violencia de género como el conjunto de acciones fundamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida, para detener y eliminar cualquier tipo de violencia contra las mujeres en una zona geográfica determinada, por lo cual se establece la declaratoria de la alerta de género a esta zona.”
Ante un auditorio totalmente lleno, cuyas asistentes eran en su mayoría mujeres de diferentes generaciones que han participado en la defensa de los derechos de las mujeres en el estado de Guerrero, Patricia Bedolla Zamora, integrante del Observatorio Ciudadano Nacional Contra el Feminicidio (OCNF), hizo hincapié en que mucho se ha luchado para que tanto legisladores como medios de comunicación comprendan y utilicen en la práctica el término ‘feminicidio’, diferenciándolo del de ‘homicidio’, pues aunque se puede decir que con la actual violencia el número de hombres muertos podría ser mayor que el de las mujeres, a éstas no las matan por los mismos motivos: “Las causas de asesinato... cuando se utiliza el término ‘feminicidio’ se refiere a razones de género”.
Sin embargo, aclaró que hay que analizar también las otras causas de violencia en el país: “Evitemos ser fundamentalistas, no a todo se le va a llamar feminicidio”.
En su participación, citó a la investigadora Julia Monarres para explicar por qué aumentaron los delitos: “No atender la violencia contra las mujeres y niñas ha propiciado una violencia generalizada”.
Tanto Bedolla Zamora como sus demás compañeras insistieron en la importancia de accionar la ley de servidores públicos: “Hay servidores públicos que se niegan a hacer su trabajo, y es ahí donde nace la impunidad”.
Al mismo tiempo que hizo un llamado a la participación ciudadana: “Por otro lado, la sociedad debe tener la voluntad de dejar de vivir en una situación de violencia generalizada y utilizar todos los recursos a su alcance. ¡Utilicemos, activemos todas las herramientas que nos da la ley!”.
Apoyada en investigaciones que ha venido registrando los feminicidios desde los años 90 del siglo pasado, Rosa Isela Ojeda Rivera, presidenta del Observatorio de Violencia de Género en Guerrero Hannah Arendt, abundó que “de 2005 a la fecha se ha duplicado el número de víctimas, pues en ese año se contaron 120 feminicidios, mientras que en 2015 la cifra se elevó a 22. De 1994 a 2004, fueron 138 homicidios dolosos, mientras que en 2015 la cifra es 225”.
Por tanto, “del 2005 al 2015 se han registrado en Guerrero 1,315 homicidios dolosos, los cuales ya son considerados como feminicidios”.
Agregó que dentro de los municipios, el de Acapulco se encuentra en el primer lugar en feminicidios seguido de Iguala, Chilpancingo y Zihuatanejo.
Ojeda Rivera argumentó con ejemplos las razones por las que estos homicidios se transforman en feminicidios y deben ser nombrados como tal: “La violencia de género es necesario diferenciarla. Yo todavía no he encontrado a un hombre que llegue su esposa policía y lo mate porque sacó una televisión en abonos chiquitos y no le platicó, y sí tengo el caso de una mujer asesinada en El Ocotito, que llegó el policía, había una televisión y él preguntó qué hacía la televisión allí, y ella le contestó que la había comprado en Elektra en abonos chiquitos, y él la mató de un balazo. Todavía no tengo el caso de un hombre que haya sufrido violación multitudinaria por su tío, acompañado de sus amigos; sí lo tengo en el caso de una chiquita de Olinalá”.
Y en seguida alertó: “Mientras los feminicidios y las formas en que se dan se siguen tolerando, se va generando la base de la impunidad”.
En las intervenciones de las participantes se recordó a la antropóloga y feminista Marcela Lagarde y de Los Ríos, en su definición sobre el tema central de este foro: “La alerta de violencia de género es un mecanismo reparador de las rupturas del estado de derecho y en favor de los derechos de las mujeres que beneficia a todas y todos”.