21 de Junio de 2016
Nuño, como Echeverría; Peña Nieto, como Díaz Ordaz
Es
característico de un régimen autoritario reprimir al tiempo que tiende la mano.
El gesto del gorilato se hizo emblemático durante el inicio de la masacre de
1968. Después de ordenar que se lanzaran granadas a la puerta central de la
Preparatoria de San Ildefonso y causar muertos y heridos, el patético
Presidente salió a escena.
Díaz
Ordaz, desde un acto protocolario celebrado en Guadalajara, dijo --supuestamente
alentado por vocaciones democráticas--, que él tendía su mano al movimiento
estudiantil, en un pretendido llamado al diálogo con sus cientos de dirigentes.
La represión había detonado los resortes de inconformidad de una juventud que
no conocía la capilaridad política, ni el respeto al ejercicio de las
libertades cívicas.
Los
consejos de huelga proliferaron al interior de las facultades de la UNAM y de
las escuelas superiores y vocacionales del IPN. Habían querido enfrentar a las
dos instituciones, por un conflicto menor acaecido afuera de la escuela
preparatoria Isaac Ochoterena, en las inmediaciones de la Secretaría de
Gobernación, donde se alojaba un personaje siniestro.
En
el seno del Consejo Nacional de Huelga, que sesionaba en la Escuela de Físico
Matemáticas del IPN, los representantes de todas los plantelers en paro se
decidieron por desconfiar de las palabras de Díaz Ordaz, pues era reiterativo
en promesas falsas.
GDO no atendió la petición de diálogo
Sin
embargo, tomaron una sabia decisión: comprobarlo. Para ello, convocaron a una
marcha de más de cien mil alumnos, que partió del Museo de Antropología e
Historia de Chapultepec, y llegó al Zócalo. Como los sagaces muchachos, desde
arriba de un camión retaron al diálogo público, éste no apareció.
La
bien llamada “prensa vendida” los tachó de subversivos, comunistas, agitadores
y traidores a la patria. Hasta capitalizó el hecho de que algunos provocadores,
desde luego ajenos al movimiento, arriaran la bandera e izaran, en su lugar, un
pendón pintado de rojo y negro, que para el régimen autoritario significaba
bolchevismo.
Díaz
Ordaz se sintió herido, porque los muchachos decidieron pernoctar sobre la
plancha del Zócalo, esperando que el Presidente atendiera la petición de
diálogo público, ante la inminencia del IV Informe que tenía que rendir ante
las adocenadas Cámaras, tres días después.
Su respuesta, en la punta de las bayonetas
Por
toda respuesta, como a la una de la mañana empezaron a ingresar al Zócalo,
donde miles de muchachos estaban dormidos, decenas de tanques del ejército,
repletos de soldados enmariguanados, armados con rifles de alto poder, cruzados
con todo tipo de enervantes, y con bayonetas caladas, dispuestos a todo.
La
corretiza sobre las principales calles del Centro Histórico fue de antología.
Varios estudiantes perecieron, atravesados por los fusiles con punta de
bayoneta que los soldados blandían a diestra y siniestra. La noche del 27 de
agosto de 1968 es una de las más aciagas de nuestra historia.
Miedo del poblano e intervención abierta de EU
Se
cree que, ante el virtual estado de sitio que se había tendido sobre la ciudad,
el embajador de los Estados Unidos, Fulton Freeman, aprovechó para apersonarse
frente al Secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán y proponerle
diera la puntilla.
Es
decir, el Golpe de Estado al régimen civil, a cambio de que los Estados Unidos
lo reconocieran como legítimo Presidente. García Barragán lo despidió con
cajas destempladas, informó a Díaz Ordaz de lo sucedido, y acrecentó los
temores del infame poblano sobre la amenaza que se cernía sobre su cabecita de
simio represor.
La
ausencia de diálogo durante la masacre que culminó en Tlatelolco, fue la
detonante de un movimiento profundo que sólo pedía la liberación de algunos
presos políticos, el cese del Jefe de la Policía, Mendiolea Cerecero, y la
ampliación de las libertades civiles. El fuego y la masacre fueron la
respuesta, y el sello de la casa.
LEA instigaba y sacaba raja para su causa
Ausencia
de diálogo, instigada desde la Secretaría de Gobernación por su Secretario,
Luis Echeverría, que estaba dispuesto a jugarse esa carta a cargo del
Presidente, con objeto de sacar toda la raja posible en el ínter. Mientras más reprimía
y asesinaba, más poder presidencial acumulaba.
Tenía
confinado al de Los Pinos. Díaz Ordaz, atemorizado por una revuelta comunista
que no lo dejaba vivir. Su salvador único, el hombre de mayor confianza, el que
había ganado a pulso la sucesión era Luis Echeverría, el dueño de sus miedos,
de su intolerancia y de su catatonia cobarde y chantajista.
Hoy Nuño azorrilla a EPN, mientras masacran
La
historia es una gran consejera. Contiene el archivo del dolor y los indicadores
de las actitudes del presente político mexicano.
El
dueño de los miedos presidenciales es un badulaque que se resiste a sostener un
diálogo con el magisterio, a sabiendas que no tiene un solo argumento válido
para enfrentar preguntas sencillas, como las que se refieran a en qué consiste
la reforma educativa que presumen estructural y sólo es un remedo de barandilla
administrativa para acumular las nóminas nacionales, que ascienden a muchos
miles de millones de pesos y dejan pingües ganancias en intereses mensuales
bancarios a los fruncionarios de la
tolucopachucracia.
Nuño
azorrilla a Peña Nieto, inculcándole el miedo hacia el inicio de una revuelta
de subversivos, traidores a la patria. Mientras que el de Los Pinos no autoriza
el diálogo, El niño ñoño Nuño
masacra, garrotea y asesina a los manifestantes. Disfraza su incapacidad con
represión brutal e injustificada. Gana puntos para obtener el favor del dedo
presidencial, rumbo al 2018.
Mienten en Nochixtlán, como falsearon en Tlatelolco
Los
fracasados publirrelacionistas de Los Pinos pagan en prensa sus sonsonetes
vacuos. A raíz de la nefasta y reprobable represión en el bloqueo de
Nochixtlán, que arrojó muertos y heridos, maestros y policías, el retintín de
los boletines es inaudito. No parece que hayan pasado cincuenta años.
Repiten
las mismas falacias que se dijeron en el diazordacismo. El tono es: "Los
acontecimientos en Nochixtlán son producto de la incidencia recurrente del
movimiento magisterial que ha violentado todo lugar por donde pasa... Los
federales iban desarmados --igualito que el Batallón Olimpia--. Los tiros
salieron de los maestros y de provocadores".
El Niño y Peña han encendido el polvorín
Simultáneamente,
se reúne "el círculo de hierro" del peñato en Los Pinos y la
discusión no atiende sobre las soluciones al destino de la famosa reforma
educativa --nunca explicada--, sino sobre la conveniencia o no de que El niño ñoño Nuño abra las puertas del
diálogo a los manifestantes.
Han
convertido México en un polvorín. Una tormentita puede ser el tsunami que no
deje ni pelos en el alambrado. Todo se debe a la ignorancia y a la falta de
lenguaje de los mentecatos, incapaces de enfrentarse a una realidad que ya los
ha rebasado.
Son
capaces de todo, para evitar que todos nos demos cuenta que están desnudos.
Mudos, sordos y torpes.
¿No
cree usted?
Índice Flamígero: Decían que el
gabinetito del señor Peña Nieto está dividido. No es verdad. ¡Está fragmentado
y enfrentado en varios frentes! El propio inquilino de Los Pinos –otra vez: “haiga sido como haiga sido”-- tiene que informarles o, en el mejor de los casos, recordarles
que él es el jefe y que las decisiones las toma él y sólo él. Uno de los
encontronazos más recientes tiene como protagonistas al multicitado Nuño, en
una esquina, ¡y en la otra a Miguel Ángel Oso…rio Chong! El titular de la SEP
se opone al diálogo con el magisterio, politiza el conflicto retando a --¡uy,
qué miedo!—Andrés Manuel López Obrador, ante un grupo de infantes que no sabían
qué mosca le había picado al trajeadito… y el titular de Segob, encargado de
las fuerzas públicas federales ahora represoras y asesinas, pide que se aborde
otra vez la negociación con la CNTE. Los “infiltrados”, si los hubo, ¿a cuál de
los dos contendientes obedecieron? Ambos, como Echeverría en su momento, están
jugando a la sucesión presidencial… con sangre en las manos. + + + Resulta una
estupidez del jefe de la Policía Federal, un tal Galindo, decir que por los
cohetones lanzados por los maestros oaxaqueños, varios de sus elementos no sólo
se asustaron, sino perdieron dedos y hasta manos. ¿Qué eso no es lo que sucede
cuando la mecha es corta y quien la enciende no logra arrojarlos a la
distancia? Otra falsedad más, como la que boletinó en el sentido de que sus
genízaros no iban armados. La agencia Xinhua lo desmintió en el acto. Y la más
reciente: que los emboscaron. Entonces actúan sin inteligencia y también son
pendejos, ¿o no?
