09 de Mayo de 2016
Hillary, veneno; Trump,
tiro en la cabeza
En 2017, dentro
de ocho meses, se renueva al titular del Ejecutivo de la Unión en los Estados
Unidos. En periodo electoral de nuestro feroz saqueador, no podemos dejar de
recordar que, en la competencia que se realiza en el país vecino entre
republicanos y demócratas, tan malo el pinto como el colorado.
Los últimos
setenta largos años de la intervención militar estadunidense se han enfocado a
abrir todos los frentes de batalla a lo largo de la banda geográfica que rodea
al Cinturón del Ecuador, al paralelo 38 del planeta, al que demócratas y
republicanos por igual, consideran patio trasero, sí, pero también "el eje
del mal".
A ambos los ha
movido el apetito irrefrenable de saciar la sed de recursos naturales de sus
camarillas dirigentes e invisibles: los bitúmenes petroleros, las minas de
metales preciosos, el uranio, los bosques, el agua, a través de una estrategia
condenada a perder.
Se han exhibido
ante el mundo, como un sistema decadente, manejado por torpes gigantes con pies
de barro.
Desconfianza a los
políticos belicistas
Después de la Segunda
Guerra Mundial, en la que triunfaron gracias al heroísmo soviético, perdieron
ante Corea del Norte, una helada provincia rural del archipiélago japonés, lo
que los mostró ante los ojos impávidos de la opinión pública internacional cual
torpes, acometiendo infantiles errores que recordaron sus orígenes.
Victoriosos en
1918, gracias al arrojo francés y, en 1945, gracias al sacrificio de 20
millones de soviéticos, se posicionaron en el esquema de Guerra Fría de las
islas del Pacífico y tomaron la delantera a las potencias triunfantes en el
marco geopolítico asiático.
Los errores
militares de los demócratas estadounidenses y la vergonzosa derrota sufrida a manos de campesinos
norcoreanos casi desarmados, hizo crecer a nivel descomunal la figura
emblemática del ortodoxo comunista Kim Il Sung.
Basta decir que,
durante la aciaga derrota en Vietnam, cuando la sociedad norteamericana a la
que habían hecho creer los "ideólogos"
televisivos de la CBS, encabezados por Walter Cronkite, que sus ejércitos eran
invencibles e inmunes a la derrota, empezó a recibir las tenebrosas bolsas
negras, con los despojos de los imbatibles...
...con los
pedazos de cadáveres descompuestos de sus hijos y de sus mozos inmigrados
negros, musulmanes y latinos y, más aún, cuando enterraron sus despojos en los
cementerios heroicos de la Army...
entonces se apoderó de la potencia imperial una sensación de desconfianza ante
los políticos belicistas.
La derrota ante el mundo no
es de un solo partido
Ésta fue la
razón principal de que un poderoso senador republicano de Arizona, que en cada
aparición pública o debate televisado amenazaba con soltar la bomba atómica al
primer enemigo que se interpusiera en la senda de Wall Street, fuera
ampliamente derrotado.
Su nombre era
Barry Goldwater y fue vencido en las urnas por el demócrata Lyndon B. Johnson,
un hombre menos hablador y más belicista, a pesar de las sospechas que recaían
sobre él por haber participado en la conjura armamentista del asesinato de John
F. Kennedy, once meses antes de la elección presidencial.
Como es sabido,
luego de la derrota ante los norcoreanos en 1953, siguió el apabullante triunfo
sirio, después, el libanés, el jordano, el egipcio, el día de la gloria en
Playa Girón y la Bahía de Cochinos en 1961.
La vergonzosa
derrota ante los "pies desnudos" norvietnamitas, ante los camboyanos,
la afrenta dolorosa de la invasión a Granada, el golpe chileno, el argentino,
la fallida defensa a los borbones en Grecia, la derrota moral en Yugoslavia, el fracaso en Afganistán y el enorme
oso en Irak.
La derrota ante
el mundo no es divisa de un solo Partido. Demócratas y republicanos la han
construido a riñón. Una idea clara de estos fracasos la arroja el simple
análisis de los dueños de la batuta durante los últimos setenta años: seis
demócratas y seis republicanos.
La política belicista más
errática y torpe de Siglo XX
Es decir, por el
lado demócrata, Truman, Kennedy, Johnson, Carter, Clinton y Obama, se hallan en
la misma condición belicista que los republicanos Eisenhower, Nixon, Ford,
Reagan, Bush padre y Bush hijo. Más empatados que el pulque , sus vejigas y los
tlachiqueros.
A un costo
exagerado de sangre, torturas y depredación, la política exterior
norteamericana de ambos partidos, ensalzada por Life, Reader's Digest y Foreign
Affairs, los expertos en mercadotecnia, es a pesar de todo, una de las más
erráticas y torpes del siglo XX y de lo que va del XXI.
Sin embargo,
sería más torpe negar su peso específico como potencia mundial monocorde y su
exagerada presencia en las zonas de influencia que le restan entre los trópicos
de Cáncer y Capricornio. La intromisión de los dueños del dinero, sus titiriteros,
en las explotaciones estratégicas y en la succión de nuestros vientres
petroleros.
En las barbas de
nuestros prohombres, próceres políticos y diplomáticos, los estadunidenses
armaron el cochinero hondureño y el nicaragüense, montaron un sistema de bases
militares en Colombia, con misiles apuntando hacia Venezuela y Ecuador.
Igual que las
que instalaron en Turquía, apuntando hacia Rusia, cuando se quejaban de que los
soviéticos armaban bases de misiles en Cuba, que les apuntaban directamente a
ellos. El marco de la detente durante
la famosa Guerra Fría, que terminó cuando usaron al Papa Wojtila para
desmembrar el Pacto de Varsovia y derrumbar el Muro de Berlín.
Demócratas y republicanos
expulsan migrantes por igual
Toda esta
esquizofrenia mundial fue montada por presidentes demócratas y republicanos.
Porque, para los políticos estadounidenses, la máxima sigue siendo: "The american way of life is not up for
negotiations" y ésta es obedecida por todos. Allá, lo único que no
tiene color ni bandera es el dinero.
Por ello, los
mayores expulsores de migrantes son tanto republicanos como demócratas. Por eso,
la carne de cañón en sus fallidas guerras e intervenciones son los migrantes
que buscan obtener residencia o nacionalidad, y por lo mismo, muchos de ellos
se oponen a que lleguen más de su raza a hacerles la competencia.
Por eso triunfó Donald
Trump entre los líderes latinos que mueven gente en los caucus de los estados sureños, no nos engañemos. La desconfianza de
los votantes demócratas que se han pasado al bando del xenofóbico Trump, no se
basa en el belicismo ni en la intolerancia de los nuestros.
Es una simple
lucha por la supervivencia y el empleo. Si aquí, en el rancho grande, los
próceres piensan lo contrario, allá ellos. Porque el apoltronamiento político
de Trump también ha sido construido a riñón por la estulticia fosforescente y la
rapiña voraz que tolucos y pachuquitas aportan hacia nuestra imagen en el
exterior.
¿Qué será peor:
tener al enemigo en casa, o apostar a que todo lo malo viene del exterior?
¿Qué es peor
--cual dijo apenas el colega @rubenluengas en Twitter-- votar entre un veneno o
un balazo en la cabeza?
Índice Flamígero: "Disculpe usted, Mr. Trump"
se intitula el epigrama enviado apenas por El
Poeta del Nopal: "Un pusilánime bato / al filo de la derrota / olvida las palabrotas / en irrisorio alegato; /
el hoy virtual candidato / lo hizo
cambiar de opinión / y al recular de un tirón / la audiencia se quedó muda /
pues don Vicente es sin duda / ¡puro pájaro nalgón!" + + + Mi solidaridad con
Armando Castilla y los colegas del diario coahuilense Vanguardia que él dirige, ante los arteros ataques de la pandilla
Moreira Valdés que mal ha gobernado, endeudado y saqueado a la entidad norteña
por ya casi una década.
