La justicia es como la rubéola
Para Steve Jobs, los cinco nunca son: “1.- Nunca darse por vencido; 2.- Nunca aparentar; 3.- Nunca mantenerse inmóvil; 4.- Nunca aferrarse al pasado; y 5.- Nunca dejar de soñar”
Los grandes líderes, han sido grandes soñadores, porque soñar, es un elevado estado de conciencia espiritual, que te enseña el camino para la realización de la buena marcha de la gobernabilidad democrática; es dejar de repartir culpas, por vivir en el drama de la inseguridad, arremangarnos las mangas de la camisa y poner manos a la obra.
Pericles afirmó “Para salir adelante no hay que celebrar endebles éxitos... sino superar los grandes fracasos”
HOY miles de mexicanos que viven en regiones en donde la inseguridad flagela los sentidos, exigen a nuestras autoridades que se reconozca que la inseguridad ha generado incertidumbre, a lo largo de los años, la violencia, los asaltos, los levantones, los secuestros, las extorsiones, -y un catálogo inacabable de delitos- han llegado de la mano de la impunidad y el desaliento.
Lo que los ciudadanos -que en la desventura de la inseguridad, tienen el valor, el coraje de ser más grandes que la tragedia-, quieren, que frente a una impunidad que agravia los sentidos, -recordemos que 9 de cada 10 delitos quedan impunes- surja poderoso el imperio del Estado Mexicano, del derecho y la justicia.
El viejo Filósofo afirma que “Las estadísticas son como los bikinis... ¡LO QUE ESCONDEN ES LO MÁS IMPORTANTE!”, para algunas autoridades, estadísticamente los índices delictivos han bajado notoriamente, mientras que los ciudadanos en las casas, calles y carreteras, andamos con el Jesús en la boca.
Ante la baja aprobación de nuestras autoridades frente a los problemas de inseguridad y de derechos humanos, que erosiona nuestra gobernabilidad, HOY se hace necesario “darle una sacudida al panal”, corregir deficiencias, enmendar errores, eficientar la seguridad pública, la procuración de justicia y el combate a la impunidad, para que se sienten las bases, que nos lleven a los buenos resultados y al resurgimiento de la confianza ciudadana.
Ningún eslogan publicitario, ni el buen manejo de imagen, pueden suplantar los buenos resultados en la seguridad pública, en la procuración de justicia y por ende en la gobernabilidad, cuya ausencia erosiona las instituciones y a la par debilita la credibilidad.
HOY la ciudadanía, exige el desmantelamiento de viejas estructuras de impunidad, autoritarismo y corrupción, -que genera fugas en la energía política- y trabajar en una gobernabilidad, que pasando de ser un manual de buenos propósitos, se traduzca en generación de empleos, en un frontal combate a la pobreza y el debilitamiento de la delincuencia, con el ataque frontal a la impunidad y la implementación permanente del respeto al imperio del derecho.
HOY el combate a la impunidad, las arbitrariedades, los buenos resultados en la seguridad pública y procuración de justicia, son un reto no resuelto satisfactoriamente, en gran parte dependen de una corresponsabilidad no politizada de poderes, de la unidad de los órdenes de gobierno, de los partidos políticos y de promover una amplia participación ciudadana.
A principios del siglo XX, Justo Sierra sabiamente afirmó: “Los mexicanos tenemos hambre y sed de justicia” y un siglo después la frase sigue vigente, porque la Procuración y la impartición de la Justicia, son la piedra angular para la buena marcha del conjunto y con ella para la gobernabilidad.
El grado actual de inseguridad y la ausencia de Estado de derecho en varias regiones del país refleja la nueva etapa que vive la nación. La ciudadanía, y hasta los cuerpos de seguridad misma, se siente desprotegida por el escudo de la legalidad, por un sistema de seguridad pública ineficiente. Nuestro país ocupa deshonrosos lugares mundiales en secuestros y en homicidios porque campea la impunidad.
La violencia se enseñorea en regiones del país, los ciudadanos estamos indefensos, por un lado el hampa, por otro la ineficacia para atender el tema, haciendo que se presente una crisis de gobernabilidad en seguridad pública.
Vivimos en una sociedad agraviada que se enfrenta a problemas y conflictos en los que no hay antecedentes, éste es el momento de redescubrir, de hacer una reingeniería que sugiere que el derecho ha dejado de hacer aquello para lo que las instituciones del estado fueron creadas; implica si lo fuese necesario comenzar de cero con la fuerza del derecho.
La delincuencia ha desafiado al Estado mexicano. Esta batalla se ganará si, sólo si hay entrega total, responsabilidad histórica, voluntad política, determinación, firmeza, sentido de Patria y cero tolerancias, declarar menos a los medios y trabajar más en los hechos.
Para enfrentar la delincuencia se requiere democratizar el derecho para atacar simultáneamente todos sus rostros y modalidades, los del contrabando, de la piratería, los del secuestro, del tráfico de indocumentados, de fraudes y delitos financieros y a todos los delincuentes que tienen preocupados a la sociedad.
A propósito, el Filósofo de Güémez afirma:
“En México, la justicia es como la rubéola... ¡SÓLO LE PEGA A LOS CHIQUITOS!