*Hospitales públicos no tienen medicamento para combatir el síndrome de Guillan-Barré, cuyo frasco puede costar 8 mil pesos *Se requieren 20 dosis de inmunoglobulina para tender a un paciente *En Ometepec hay por lo menos 4 casos confirmados de Guillan-Barré; uno de ellos, un niño
Jorge O. Vargas
Ometepec, Gro.
19 de julio de 2016
Hay casos de Guillan-Barré en Ometepec, y todo indica que el sistema de la secretaría de Salud es ineficiente y negligente e inhumano, tanto para diagnosticar los casos en que se presenta este síndrome, como para tratarlos y, sobre todo, para proporcionar los medicamentos que se requieren, los cuales son caros.
Testimonio de un caso de Guillan-Barré
Cristian Pichardo Rodríguez es un ciudadano infectado por el virus del zika, al cual está asociada la aparición del síndrome Guillan-Barré; también su esposa, América Baños Solís ha sido infectada con el mismo virus, aunque no ha presentado los síntomas de esta última enfermedad. Ellos han padecido recientemente los estragos que implica convivir con ambas al enfrentarse a un sistema de Salud negligente e ineficiente y, sobre todo, inhumano.
Cristian Pichardo aseguró que su vida estuvo en riesgo y todavía padece inmovilidad de sus piernas y brazos debido a la negligencia e incapacidad de personal médico del centro de salud y del hospital regional de Ometepec, quienes no pudieron detectarle a tiempo el síndrome de Guillan-Barré, el que desarrollo a raíz de que contrajo el virus del zika.
Pichardo Rodríguez, quien continua postrado en una cama en su domicilio del barrio El Calvario de esa ciudad, después de haber estado alrededor de un mes en la clínica Vicente Guerrero de Acapulco, dijo que los médicos que pertenecen a la Jurisdicción Sanitaria 06 con sede en Ometepec, por falta de conocimiento y no estar actualizados no lo enviaron inmediatamente a un hospital del puerto.
“Cuando me llevaron por primera vez al centro de salud en Ometepec, los médicos empezaron a checar y ellos dijeron que a lo mejor pudiera ser posible el Guillan-Barré, pero que no estaban seguros; me hicieron unas pruebas de reflejos, y sí, pues, yo había perdido ya la sensibilidad, incluso me enterraron agujas que yo ya no sentía. Allí fue donde ellos dijeron que me fuera, que me trasladara al hospital regional y, ya, que me internan allí, pero los doctores realmente se reían, nada más porque decían que era psicológico lo mío, que no era eso, porque así no se presentaba esto, que lo que tenía era zika”.
Cristian Pichardo dijo que está mejorando su estado de salud, que ya está recuperando la movilidad en sus brazos; sin embargo, todavía le ayudan a comer y a ingerir líquidos.
“Se me fue arreciando más lo entumido, me fue subiendo más; primero empecé con el pie izquierdo, se me empieza entumir el pie, de allí me llega a la parte de la rodilla, y allí empieza el otro pie, y allí fue cuando yo me espante, y digo: ‘bueno, esto no es normal, porque como se me está entumiendo poco a poco’. De allí le marco por teléfono a un tío... trabaja allí, en el sector... y le comento: ‘oye, fíjate que se me están entumiendo los pies, que si es algo normal del zika’, y él me dice que sí, que no me espantara.
“Me empezó a seguir más el entumido, hasta, igual, a las rodillas me llegó, y ya fue que le hablo a mi esposa, que me sentía así, y me dice ella que nos fuéramos al hospital de la Amistad, que me checaran allí, y ahí nos quedamos de ver... y estaba trabajando... y le marco a mi jefe; ya, le comento y me dice, pues, que vaya, que me atienda para ver qué era lo que estaba pasando.
“Me siento mal. Ya no estaba en condiciones de caminar, me sentía incómodo, y nos vamos al Seguro a sacar una incapacidad, y como ya era un poco tarde no estaba la médico que me toca a mí, estaba otra médico, y nos da la incapacidad por un día, para que a otro día me presente por la incapacidad que me vayan a dar, y en eso, ya, me habla mi tío, que me presentara al centro de salud, a que allí me vieran me valoraran, por eso fuimos al centro de salud”.
Dijo que después lo hicieron ingresar al hospital regional nuevamente: “Entré como a las 5 de la tarde, me dieron de alta al otro día, a las dos de la tarde; y ya, me dan de alta... yo seguí con este problema... al otro día, ya, despierto con las manos entumidas, ya me empieza todo lo entumido, en los dedos de las manos, y va avanzando, y otra vez vuelvo a ir al centro de salud... que no nada más eran los pies, eran las manos... y otra vez me vuelven a referir al hospital regional y, lo mismo, me internan, pero no más me tienen en observación, me hacen estudios de sangre, pero me decían que no tenía nada, que todo era psicológico”.
El testimonio de la esposa: penas tras penas, en las instituciones de Salud
La esposa de Cristian Pichardo, la señora América Baños Solís, explicó: “Mi esposo fue diagnosticado con el síndrome de Guillan-Barré, un virus relacionado con el zika. Sí, en Acapulco un neurólogo se lo detectó después de hacer las pruebas clínicas respectivas, porque aquí, en Ometepec, él ingresó dos veces al hospital regional; la primera vez fue el 22 de junio, y al otro día lo dan de alta porque dijeron que sólo eran las secuelas del zika y nada más; posteriormente, mi esposo Cristian fue empeorando, y el día 27 se puso más mal, donde ya casi no tenía más movilidad en su cuerpo.
“De igual manera, regresamos al hospital regional. Los médicos dijeron que todo estaba bien, y lo dan de alta el 27; y, entonces, lo valoraron varios médicos en el hospital, lo vio una médico internista, era una mujer, y le dijo que a lo mejor eran sus nervios, que era algo psicológico, entonces regresamos a la casa”.
Pero las cosas no terminaron allí: “El 28 de junio fuimos al IMSS para ver lo de su incapacidad; la doctora, al verlo así, rápido dijo que la situación estaba mal, que había posibilidades de que fuera Guillan-Barré; entonces, ella me dijo que teníamos que irnos de urgencia a Acapulco, ella me aseguraba que a otro día ya no se iba a poder levantar, que esa enfermedad iba a avanzar, porque en algunas personas las puede dejar inmóviles en cuestión de un día o 72 horas, y pueden terminar con un respirador artificial para poder respirar.
“Por medio del IMSS, ya no por medio de la secretaria de Salud... porque aquí acudimos... primeramente fue trasladado el día 28 de junio, llegaron a urgencias y fue valorado desde allí, empiezan... aparte de que empiezas con la enfermedad... empiezas a tratar con un mundo de gente ignorante, que uno pone la confianza en los médicos... Hubo una doctora que se lo quiso dar de alta, a su mamá, que porque era algo del zika; entonces, mi suegra no aceptó que se lo dieran de alta, que lo vieran, porque realmente él estaba paralizado.
“Creo que fueron cuando empezaron a leer la referencia... porque es raro el medico que lee la referencia como es; algunos ni la leen, para empezar... entonces, ya vieron que sí era un problema, donde ya empieza la sospecha; a otro día, ya, lo vio un especialista, que es un neurólogo, y ya lo va valorando y va descubriendo que es el síndrome de Guillan-Barré; posteriormente se le da un tratamiento, que debe de ser por cinco días, no debe de ser suspendido... aparte, es caro.
“Hay que reconocer que algunos médicos de la clínica del IMSS de Acapulco, como el neurólogo, nos atendieron bien, pero de allí, tanto en el centro de salud y el hospital regional de Ometepec, como el Vicente Guerrero, la impresión que me dejan... creo que muchos médicos no están capacitados o no sé si están bien informados del síndrome, ¿sí?, porque a él lo ingresaron dos veces a urgencias: de las dos veces no hubo algo positivo, o sea, siempre fue lo mismo, y, aparte de que lo ve un médico, lo ve otro y lo ven diferentes médicos”.
¿No lo vio un especialista en Ometepec?, se le pregunta.
Responde: “Aquí no hay un especialista; entonces, lo bueno aquí era que lo hubieran referido a Acapulco con un especialista, un neurólogo, él era el que podría diagnosticar desde el principio”.
“Lo checó un médico de aquí, del centro de salud, y él decía que no era el Guillan-Barré, porque los síntomas no eran como supuestamente deben de aparecer. Guillan-Barré va aparecer en diferentes formas, va a desencadenar lo mismo, inmovilidad, te va a paralizar. Aquí, yo creo que querían no, no. Más aquí también nos topamos con lo mismo, en el Vicente Guerrero. Yo creo que querían que estuviera, que llegara lo más grave. Te topas siempre con eso de que quieren ver al paciente en la fase de que se ponga grave, de que tenga que estar conectado a un ventilador, a un tubo, a donde tenga que entrar en terapia intensiva para que le puedan hacer caso.
“Respecto al medicamento... la inmunoglobulina... nos enteramos que en el Vicente Guerrero, en el IMSS no lo tenían, no lo había, y por medio de nosotros, de la familia, tuvimos que empezar a comprarlo. En algunos lugares variaba: 7 mil; en otros, 8 mil, 3 mil 500; en algunos lugares me iba a vender en 3 mil el frasco; variaba, pero es un medicamento caro, sí, caro, y que en Acapulco no se consigue fácilmente”
Aquí en Ometepec, ¿hay?, se le pregunta.
Y da su respuesta: “No, no lo hay, y la esposa de un señor que también tuvo la misma enfermedad que Cristian, ella compró 30 dosis, porque en el hospital general... porque él fue ingresado primero en el hospital general, no tuvieron, y por sus propios medios compró 30 dosis. Nosotros compramos 7 dosis; posteriormente llega el medicamento y se lo empiezan a suministrar a Cristian para terminar con el tratamiento, allá en el IMSS, porque él es asegurado”.
América Baños reveló que tiene siete meses de embarazo y que antes que su esposo, ella fue la primera que contrajo zika en su hogar, por lo que acudió al centro de salud, donde le dijeron que se equivocaron en el diagnóstico que le hicieron.
“Empecé con los síntomas, supuestamente, del zika; me hacen el estudio, que se envía a Acapulco, y el médico me dice que sí había salido positivo, pero apenas me dan la noticia, otra vez que dicen que mi caso no era positivo, que siempre no. Pues, la verdad no sé de qué se trata esto o que está pasando; primero me dicen que sí y ahora me están diciendo que no. Hoy vi una persona, y en la lista de las mujeres embarazadas no aparezco, que no salí positivo al zika y que, días antes, me dicen que si estoy confundida, ahora digo ‘bueno, esto, ¿de qué se trata?’”.
Añadió que su marido necesita terapia física, pero que un médico de apellido Añorve les ha puesto trabas para que lo ayuden a recuperar la movilidad y fuerza en sus extremidades:
“Las terapias físicas, que se les fueran a dar a mi esposo en el hospital general, pero el doctor Añorve me dijo que tengo que llevarlo; entonces, digo, se me hace difícil, porque Cristian no puede sentarse, no se puede mover, necesita una ambulancia, necesita cuidados especiales para poderlo llevar, y te encuentras con una persona así, digo, qué barbaridad, o sea, es mucho. Si venimos desgastados de Acapulco, física, mentalmente y económicamente, como para que me salgan con esto; digo, si un médico te quiere apoyar en algo, hay muchas maneras de poder ayudarte, pero, ¿que me salga que tengo que llevarlo y otras cosas?”.
Al final, esta mujer expone su dolor y frustración ante un sistema de salud público ineficiente e inoperante, deshumanizado: “Hago publico esto que estamos viviendo, que hemos estado pasando para que la gente se entere de la gravedad de lo que se viene, de esta enfermedad. Que seamos más consientes sobre el virus del zika, que no es algo leve, es algo grave y, desafortunadamente, va a haber gente que no van a tener los medios para poder salir adelante, y por ese motivo lo hago público, que se enteren que es una enfermedad grave.
“En una pesadilla, no nada más para mí, para muchas personas, y que no sé cómo llamarle. Si mi denuncia o la situación que estamos viviendo sirva de algo, que estemos informados, que si sienten los síntomas que tuvo Cristian o cualquier cosa, exijan, porque es una enfermedad que en cuestión de días te puede hasta llegar a matar, o lo puede llegar hacer”.