Kau Sirenio/ Trinchera
La maestra Consuelo viajó este 2 de febrero de la ciudad de México a San Luis Acatlán para visitar la tumba del comandante guerrillero Genaro Vázquez Rojas, en una retrospectiva de 45 años, cuando trajo a sembrar el cadáver de su esposo en el pueblo donde nació, tal como él se lo pidió antes de que fuera asesinado. Desde ese año, para ella se convirtió en una tradición viajar cada año para acompañar a los amigos y familiares del revolucionario para rendirle homenaje póstumo. Sólo en dos ocasiones no pudo venir porque se enfermó. Dice que repetir el mismo discurso ante la tumba de su esposo –que se fue a la sierra para combatir la injusticia y la pobreza– tiene la finalidad de no se olvide su legado de lucha, porque su programa político sigue más vigente que nunca ante tantos abusos que el Estado comete contra el pueblo.
En este viaje, la maestra de 82 años de edad ya no caminó con las organizaciones sociales ni con los estudiantes que organizaron dos actos distintos. Años atrás, ella siempre acompañaba al contingente, y al igual que todos gritaba las consignas con el puño en alto. Ahora tuvo que esperar en la entrada del panteón municipal de San Luis Acatlán. A mediodía llegaron unas 20 personas al panteón. En la entrada los esperaba la maestra Consuelo; después de los saludos, se encaminaron hacia la tumba de guerrillero, para recordar la lucha de Vázquez Rojas. El sol bañaba a los campesinos que llegaron al panteón, una escena que recrea la descrita por Carlos Montemayor en Guerra en el Paraíso: «El sol era poderoso, aunque no eran las nueve de la mañana. Ancianas, mujeres morenas y robustas cargando niños, avanzaban por la pequeña calle con flores, con un inmenso rumor de voces y de pasos, entre soldados tensos y sudoroso…».
En esta ocasión, no llegaron las organizaciones sociales a rendirle homenaje a su comandante como tiempo atrás. Ahora, sólo visitaron el panteón unas 20 personas, entre sobrinos y familia. El que también se asomó ahí fue Salvador Flores Bello, el mismo que manejaba el vehículo donde viajaba Genaro; Pepe Bracho y dos mujeres. Frente a la tumba del comandante, Flores Bello hizo un gran esfuerzo para citar los cuatro puntos del programa político militar de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR).
Se oyeron otros discursos, antes de que la esposa tomara la palabra. La Maestra, como le llama la mayoría, repitió sin titubeos palabra por palabra lo que le dijo Genaro antes de irse a la Sierra, después de que un comando político-militar de la Asociación Cívica Guerrerense (ACG). «Genaro sufría mucho cuando subía a la montaña a ver a los campesinos a quienes les ayudaba en la gestión; por eso, él agotó todas las vías de lucha hasta que le cerraron el paso; así que no le quedó de otra salida, más que tomar las armas. Yo misma le ayudé y acepté esa decisión, a pesar de que teníamos hijos, además de otros muchachos que adoptamos. Ahora ellos son grandes profesionistas», dijo.
La maestra Consuelo me platicó en la ciudad de México hace cinco años, de los comunicados que la ACNR enviaba a los medios en aquellos años, pero que no se reproducían por intereses del gobierno en turno. «Recuerdo mucho el comunicado sobre el general Solano Chagoya: “Mientras el general Solano Chagoya hace pública su invitación al `diálogo´, miles y miles de soldados de todas partes de la República se han concentrado en Guerrero y llevan a cabo una batida cotidiana para dar con nuestro paradero, sin importarles vejar al pueblo inocente. Ya la nación, en especial esta entidad, conoce nuestras banderas de lucha, de carácter político y social, concretizadas en las justas exigencias de campesinos y obreros para que les sean resueltos sus problemas, acabando con la injusticia, el hambre y la miseria crecientes en las que se debaten, propiciadas por los grandes ricos capitalistas y terratenientes y el imperialismo norteamericano, dominante en nuestra patria”. Fíjate que de eso nada ha cambiado, seguimos igual», dijo con un dejo de nostalgia.
De esa plática, ahora Consuelo repite el discurso de su esposo. Aunque luego regaña a los presentes con esa diplomacia que le caracteriza cuando se refiere a la historia mexicana; y más de San Luis Acatlán, donde los estudiantes de la Unidad Académica Preparatoria 14, Genaro Vázquez Rojas de la Universidad Autónoma de Guerrero ni siquiera saben por qué su escuela se llama así.
Así las cosas, a 45 años de la muerte del comandante guerrillero, sus demandas siguen vigentes, pero él quedó aislado de la historia de México. «A él lo conocen más en otros países latinoamericanos que en su propio pueblo», coinciden activistas y familiares del revolucionario. Luchadores sociales, familiares y estudiantes de la Preparatoria 14 Genaro Vázquez Rojas llevan a cabo dos actos en distintos horarios, ante la tumba del comandante guerrillero.
Consuelo Solís habló de la persecución que vivió su familia por los militares que buscaban a su esposo. «Ellos lo querían ver muerto y lo lograron». Agrega: «Genaro es bien conocido en Cuba; fuera de aquí, pero no donde nació. Es triste saber que ni los propios estudiantes de la preparatoria que lleva su nombre conozcan quién era Genaro, o qué lo llevó a tomar las armas». Con ese calor invernal, los reflejos del sol sobre el mármol que cubre la tumba de Genaro, los activistas se retiran de unopor uno, sorteando piedras y cruces abandonadas.
En este viaje, la maestra de 82 años de edad ya no caminó con las organizaciones sociales ni con los estudiantes que organizaron dos actos distintos. Años atrás, ella siempre acompañaba al contingente, y al igual que todos gritaba las consignas con el puño en alto. Ahora tuvo que esperar en la entrada del panteón municipal de San Luis Acatlán. A mediodía llegaron unas 20 personas al panteón. En la entrada los esperaba la maestra Consuelo; después de los saludos, se encaminaron hacia la tumba de guerrillero, para recordar la lucha de Vázquez Rojas. El sol bañaba a los campesinos que llegaron al panteón, una escena que recrea la descrita por Carlos Montemayor en Guerra en el Paraíso: «El sol era poderoso, aunque no eran las nueve de la mañana. Ancianas, mujeres morenas y robustas cargando niños, avanzaban por la pequeña calle con flores, con un inmenso rumor de voces y de pasos, entre soldados tensos y sudoroso…».
En esta ocasión, no llegaron las organizaciones sociales a rendirle homenaje a su comandante como tiempo atrás. Ahora, sólo visitaron el panteón unas 20 personas, entre sobrinos y familia. El que también se asomó ahí fue Salvador Flores Bello, el mismo que manejaba el vehículo donde viajaba Genaro; Pepe Bracho y dos mujeres. Frente a la tumba del comandante, Flores Bello hizo un gran esfuerzo para citar los cuatro puntos del programa político militar de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR).
Se oyeron otros discursos, antes de que la esposa tomara la palabra. La Maestra, como le llama la mayoría, repitió sin titubeos palabra por palabra lo que le dijo Genaro antes de irse a la Sierra, después de que un comando político-militar de la Asociación Cívica Guerrerense (ACG). «Genaro sufría mucho cuando subía a la montaña a ver a los campesinos a quienes les ayudaba en la gestión; por eso, él agotó todas las vías de lucha hasta que le cerraron el paso; así que no le quedó de otra salida, más que tomar las armas. Yo misma le ayudé y acepté esa decisión, a pesar de que teníamos hijos, además de otros muchachos que adoptamos. Ahora ellos son grandes profesionistas», dijo.
La maestra Consuelo me platicó en la ciudad de México hace cinco años, de los comunicados que la ACNR enviaba a los medios en aquellos años, pero que no se reproducían por intereses del gobierno en turno. «Recuerdo mucho el comunicado sobre el general Solano Chagoya: “Mientras el general Solano Chagoya hace pública su invitación al `diálogo´, miles y miles de soldados de todas partes de la República se han concentrado en Guerrero y llevan a cabo una batida cotidiana para dar con nuestro paradero, sin importarles vejar al pueblo inocente. Ya la nación, en especial esta entidad, conoce nuestras banderas de lucha, de carácter político y social, concretizadas en las justas exigencias de campesinos y obreros para que les sean resueltos sus problemas, acabando con la injusticia, el hambre y la miseria crecientes en las que se debaten, propiciadas por los grandes ricos capitalistas y terratenientes y el imperialismo norteamericano, dominante en nuestra patria”. Fíjate que de eso nada ha cambiado, seguimos igual», dijo con un dejo de nostalgia.
De esa plática, ahora Consuelo repite el discurso de su esposo. Aunque luego regaña a los presentes con esa diplomacia que le caracteriza cuando se refiere a la historia mexicana; y más de San Luis Acatlán, donde los estudiantes de la Unidad Académica Preparatoria 14, Genaro Vázquez Rojas de la Universidad Autónoma de Guerrero ni siquiera saben por qué su escuela se llama así.
Así las cosas, a 45 años de la muerte del comandante guerrillero, sus demandas siguen vigentes, pero él quedó aislado de la historia de México. «A él lo conocen más en otros países latinoamericanos que en su propio pueblo», coinciden activistas y familiares del revolucionario. Luchadores sociales, familiares y estudiantes de la Preparatoria 14 Genaro Vázquez Rojas llevan a cabo dos actos en distintos horarios, ante la tumba del comandante guerrillero.
Consuelo Solís habló de la persecución que vivió su familia por los militares que buscaban a su esposo. «Ellos lo querían ver muerto y lo lograron». Agrega: «Genaro es bien conocido en Cuba; fuera de aquí, pero no donde nació. Es triste saber que ni los propios estudiantes de la preparatoria que lleva su nombre conozcan quién era Genaro, o qué lo llevó a tomar las armas». Con ese calor invernal, los reflejos del sol sobre el mármol que cubre la tumba de Genaro, los activistas se retiran de unopor uno, sorteando piedras y cruces abandonadas.
***
Sergio Muñoz salió vestido de impecable blanco y sombrero en mano, parece a un dandi costeño. Avanza con paso delicado por el estiércol y la basura; luego sortea el agua negra que brota del alcantarillado. No grita ni las consignas ni nada de eso; pero es el director de la prepa 14. Desde hace varios años esta escuela hace homenajes paralelos a los de las organizaciones sociales, se sospecha que para no revolverse con el populacho. Ellos pertenecen a otro nivel: el de los cultos, los sabiondos. Nada qué ver con la gente ordinaria.
Los preparatorianos salieron de las instalaciones de la Prepa, caminaron por las principales calles acompañados de la banda de guerra de la institución y un arreglo floral. Las consignas se repiten cada diez minutos, el relajo de los muchachos que juguetean en el camino hace que pierda seriedad la marcha, aunque para ellos es la fiesta del aniversario de la fundación de la escuela.
Los cívicos universitarios que antes hacían turismo revolucionario en San Luis Acatlán el Día de la Candelaria, ya no vienen; ahora están más ocupados en el proceso de reelección del rector de la UAG, para ver qué les toca en el reparto de los espacios universitarios. Ya no se acuerdan del líder de ACG, aun cuando él encabezó el movimiento político-social para lograr la autonomía universitaria en 1960.
«Si Genaro viviera, qué chinga le pusiera», se escucha entre una variedad de consignas que luego saltan al añejo reproche: «País petrolero y el pueblo sin dinero»; o: «Vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto, no has muerto, camarada». Después del recorrido, los estudiantes llegaron al panteón. Sólo la mitad de ellos se asomaron a la tumba de Genaro; los demás se regresaron antes de que la maestra hablara como lo hace cada año. «Estamos aquí para rendirle un homenaje al profesor Genaro, porque él vivió en esos años de los estragos y en su estrago muerte», dijo el director con timidez.
Después de la intervención del director de la Prepa, vino la de doña Consuelo Solís. Entre otras cosas, llamó a los jóvenes universitarios a seguir estudiando para salvar al país. «Estudien, muchachos, porque es la única vía para defender nuestro pueblo. No crean que Genaro de la noche a la mañana se fue a la sierra con un fusil en la mano. No, no fue así. Su primera arma fue la Constitución; por eso lo persiguieron hasta matarlo», dijo.
Mientras la profesora, hablaba los muchachos se retiraron de uno en uno como hormigas que huyen del insecticida. Así culminó un homenaje que al paso de los años se va perdiendo en la tradición de los movimientos sociales más importantes de México.
Los preparatorianos salieron de las instalaciones de la Prepa, caminaron por las principales calles acompañados de la banda de guerra de la institución y un arreglo floral. Las consignas se repiten cada diez minutos, el relajo de los muchachos que juguetean en el camino hace que pierda seriedad la marcha, aunque para ellos es la fiesta del aniversario de la fundación de la escuela.
Los cívicos universitarios que antes hacían turismo revolucionario en San Luis Acatlán el Día de la Candelaria, ya no vienen; ahora están más ocupados en el proceso de reelección del rector de la UAG, para ver qué les toca en el reparto de los espacios universitarios. Ya no se acuerdan del líder de ACG, aun cuando él encabezó el movimiento político-social para lograr la autonomía universitaria en 1960.
«Si Genaro viviera, qué chinga le pusiera», se escucha entre una variedad de consignas que luego saltan al añejo reproche: «País petrolero y el pueblo sin dinero»; o: «Vestido de verde olivo, políticamente vivo, no has muerto, no has muerto, camarada». Después del recorrido, los estudiantes llegaron al panteón. Sólo la mitad de ellos se asomaron a la tumba de Genaro; los demás se regresaron antes de que la maestra hablara como lo hace cada año. «Estamos aquí para rendirle un homenaje al profesor Genaro, porque él vivió en esos años de los estragos y en su estrago muerte», dijo el director con timidez.
Después de la intervención del director de la Prepa, vino la de doña Consuelo Solís. Entre otras cosas, llamó a los jóvenes universitarios a seguir estudiando para salvar al país. «Estudien, muchachos, porque es la única vía para defender nuestro pueblo. No crean que Genaro de la noche a la mañana se fue a la sierra con un fusil en la mano. No, no fue así. Su primera arma fue la Constitución; por eso lo persiguieron hasta matarlo», dijo.
Mientras la profesora, hablaba los muchachos se retiraron de uno en uno como hormigas que huyen del insecticida. Así culminó un homenaje que al paso de los años se va perdiendo en la tradición de los movimientos sociales más importantes de México.