lunes, 21 de marzo de 2016

Juan García Jiménez: ese poeta tan celebrado, pero tan desconocido

Entrevista con Jaime Ygnacio López
SEGUNDA DE 2 PARTES



Eduardo Añorve

Ometepec, Gro.

19 de marzo de 2016

Juan García Jiménez nació el 21 de marzo de 1916; murió en la ciudad de México, el 1 de abril de 1967. Nació en la Barra de Tecoanapa, siendo hijo de Bruno Rosas Radilla y de Margarita Jiménez León, casada posteriormente en Ometepec con el capitán Juan García (cuyo apellido llevó el poeta) ante la muerte de aquel, acaecida cuando Juan tenía dos años de edad. En esta ciudad vivió sus primeros años. De Ometepec fue a la ciudad de México e ingresó a la Escuela Nacional de Maestros.
En 1937 publicó Alma vernácula; escribió también Luna del barrio (1955), Palabras en el bosque (1960) y Cuando el amor cantaba (1966). Ejerció el periodismo en México al día, en Mujeres y deportes, en La Prensa.
En esta segunda parte de la entrevista, el maestro Jaime Ygnacio habla sobre la posible influencia que ejerciera Porfirio Barba Jacob en la poética de Juan García Jiménez, llevándolo a abandonar el folklorismo y el vernaculismo para convertirse en un poeta con más oficio, que aborda metros y formas maduros y audaces, como el octosílabo y el soneto, y poniendo un erotismo ‘muy tortuoso’ en el centro de sus poemas. Además, insiste en que el mejor homenaje que podría hacérsele al poeta es editar con seriedad su obra, llevar sus poemas a la gente. La segunda parte es como sigue
EA: Me decía que…
JYL: Espérate; tú notas un punto interesante; mira, Juan García Jiménez era uno y se convirtió en otro, a quien le debemos los poemas, a mi juicio, más poemas, más literatura, más maduros, formalmente más…
EA: Más poeta…
JYL: …más audaces… sí, más poeta… los poemas más poesía. Yo considero… hay un poeta colombiano mexicano, que es Porfirio Barba Jacob, que también se hacía llamar Ricardo Arenal… este hombre… cuando gobernaba Gabriel R. Guevara, Gómez Maganda lo trajo a Chilpancingo porque lo apantalló su sabiduría y todo eso, y sus posturas políticas. Era nefasto, era un tipo políticamente abyecto. A este compa le consiguieron un cuartito pagado por el gobierno del estado. Bueno, conoció a Juan García Jiménez, y creo que lo transformó. Barba Jacob era gay, era homosexual… bueno. Lo corrieron porque alguien lo acusó con el gobernador de que en el patiecito de su casita sembraba mariguana. El gobernador lo echó. Escribía cosas como ‘y al amparo de númenes funestos, bruñir mi obra y cultivar mis vicios’. Era el típico poeta maldito que quería ser el más maldito del condado, ¿no?
Yo pienso que esa amistad (perniciosa, para muchos) es afortunada para Juan García Jiménez. De allí empezó a tener erotismo… porque su erotismo es muy tortuoso, es muy violento. Si tú quieres… otro estereotipo costachiquense de la violencia, ya sabes, ¿no? Aquí el honor y el humor marcan nuestra vida delictiva. No puedo probarlo, quizás cronológicamente se demuestra que yo estoy equivocado, pero yo creo que…
EA: ¿En qué basa usted sus aseveraciones? ¿Tiene noticias de que se conocieron?
JYL: Sí, claro, eran compinches. En todo sentido. Le gustaba el alcohol… eran briagos… bueno, este tipo se metía de todo… y marca una diferencia: Yo creo que lo influyó. Alguien de la Universidad de Guerrero lo marcó como especie de una tesis de estudio… no sé qué sucedió… y cuenta la historia de Ricardo Arenal o Porfirio Barba Jacob en Guerrero. Me parece que Cardoza y Aragón también lo cita en El río, y pone a Arenal… desde su fealdad, tenía cara de caballo, era horrible… O sea, no nos gustaría que alguien hablara así de nosotros, ¿me entiendes? Porque los poemas del principio me parecen esquemáticos: Ta-ta-ta-ta ta-ta-ta-ta. Magrecita santa, magrecita esto… siempre… muchos empiezan con… en fin.
[Sobre este asunto, en 2002, José Gómez, en su columna en El Sur Barba Jacob en Chilpancingo consigna: En un artículo titulado La palabra heredada (RUAG, 1988), José Trinidad Memije dice que “mi relación vital con la poesía de Porfirio Barba Jacob data de antes de 1960, cuando conocí al gran poeta guerrerense Juan García Jiménez, quien vivió más de la mitad de su existencia tocado por la magia del Gran Atormentado. Juan García Jiménez daba la impresión de haber heredado su obra, la sensibilidad y hasta la imagen de su maestro…, sobre todo cuando, arrebatado de emoción por el recuerdo y por unas cuantas copas entre pecho y espalda, se transformaba en un iluminado que pronunciaba como propias, las composiciones de Barba Jacob”.]
EA: No es muy audaz, como dice usted.
JYL: Se queda en lo formal. Por ejemplo, en el lenguaje, en el supuesto lenguaje que tenemos. Por ejemplo, hay un poema que algunos llaman ‘negro’… yo tengo mis reservas… también lo ve desde afuerísima, como un mero turista. A mí no me parece muy legítimo, que sea auténticamente negro, pues, que pones un nombre como si lo hayas sacado de La cabaña del tío Tom, le pones Fresdivindo. Es un nombre que los esclavistas deben tomarlo como chiste, o sea, los nombres ridículos, desechados del santoral. ¿Cómo que Fresdivindo? Es curioso porque se supone que está escribiendo un negro iletrado, y hay una parte que dice ‘y en el ínter’; o sea, ningún un negro iletrado, ningún mestizo ni blanco iletrado va a poner ‘en el ínter’, es una expresión sofisticada. Por eso me parece que es como un poema de escuela: Hay que escribir sobre el 15 de mayo, y lo haces, ¿no?
Pero, ya viendo su obra que es parca… no son miles, son pocos… Bueno, lo de Tarde de Ometepec es muy bucólico, es cualquier pueblito…
EA: Me decía usted que no es fácil leerlo porque no se le publica…
JYL: A Juan García Jiménez, aquí, cada año se le hace un evento, esas cosas socioculturales… alguien baila, alguien hace un discurso, alguien lo declama… se le hace alguna cosa. Hoy, con el centenario [de su nacimiento] tengo entendido que van a hacer muchas cosas, no sé qué van a hacer aquí. Yo platiqué un ratito con su hija Lupita y ella me dijo que se van a hacer eventos. Aquí no sé… creo que se van a hacer cosas… Creo que nos tomó por sorpresa lo de sus cien años de nacimiento…
Mira, sólo hay un homenaje, que lo hubiera merecido a los 50 años, a los 60, a los 70, a los 100 años, es editarlo, editarlo en una edición corregida, aumentada en lo posible, por un par de estudiosos que nos digan quién es él y qué es su obra en el contexto actual. Y ya, punto. No se necesita hacer nada más que eso. La última edición que yo vi fue hecha por Ruiz Massieu, en el periodo de Ruiz Massieu, sus obras completas, casi facsimilar de las obritas originales. Ahorita que va ser el centenario, algunas gentes, por motivos propios, subimos cositas allí, a Internet… Yo quiero subir poemas, pero no encontré, no hay, no circulan, no se conocen; es cita de eruditos, de estudiosos, de chuvinistas, de ‘yo, en mi pueblo, tengo’, pero no se encuentran. Velo en Internet, encuentras tres o cuatro pero no más. Ni su iconografía: son tres o cuatro imágenes, y párale de contar.
EA: Hablan de que en Ometepec se van a presentar poemas inéditos de él…
JYL: Es posible, si los hay, y yo creo que… cuenta la leyenda, a mí no me consta, que algunas personas hasta le destruían sus poemas. Supongo que lo más audaz… porque, políticamente era un poquito contestatario, era medio rojillo, en el contexto, era revolucionario institucional… [Risas]
EA: Bueno, ojalá, si presentan poemas inéditos, puedan resolver el riesgo de que estén descontextualizados…
JYL: Sí, se tiene que ver la calidad. En realidad se conoce poco… unas anécdotas por aquí, otras anécdotas por allá, pero, un estudio real, real, no. Y crítico, menos.
EA: Editarlo en serio, dice…
JYL: Además, como a Juan García Jiménez no se le conoce, valdría la pena apoderarse de la ciudad y escribir fragmentos de sus poemas o poemas completos en las calles… intervenir… o sea, el libro completito, en la calle: La gente no va, vamos a la gente, a intervenir las calles con los poemas de Juan García Jiménez. Es el pueblo. O imprimir los poemas en papelitos de China y repartirlos en los mercados…